A partir de entonces, barcos de hierro empezaron a navegar por todos los mares y acabaron sustituyendo a los veleros antes de finalizar el siglo.
El ferrocarril:
en las minas de carbón inglesas se utilizaban vagonetas que se deslizaban sobre raíles, empujadas por hombres o por mulas. Pronto se pensó en la posibilidad de impulsarlas mediante una máquina de vapor, creando así la locomotora.
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